Almorávides y almohades
Almorávides
Eran una confederación de tribus bereberes que entre los años 1055 y 1080 conquistaron todo el Norte de África. En ese año 1070 fundan Marrakech, que se convertirá en la capital del Imperio.
Tras la conquista de Toledo (1085) los reyes taifas de Sevilla, Granada y Badajoz piden ayuda al jefe de los almorávides para derrotar al monarca castellano.
En el año 1090, los almorávides descontentos con sus soberanos, invadieron Al-Ándalus y conquistaron los diversos reinos taifas: Sevilla, Granada, Valencia, Badajoz, convirtiendo Granada en la capital del imperio almorávide.
La llegada de los almorávides y la unificación de Al-Ándalus detuvo el avance de los castellanos. En 1110, incorporan el reino taifa de Zaragoza, pero lo pierden en 1118.
Esta derrota fue un hito para el régimen almorávide de Al-Ándalus. No consiguen conquistar Toledo y son vencidos en numerosas ocasiones por Alfonso VII.
Al quebrarse su capacidad militar, la unidad de Al-Ándalus se resquebraja dando lugar a los segundos reinos taifas. Esto coincidió con el declive de su imperio en el norte de África como consecuencia de la expansión de los almohades.
El ocaso de los almorávides no se debe solo a factores externos. Su implantación exclusivamente imilitar y su fanatismo religioso contribuyó a desintegrar la sociedad de Al-Ándalus.
La intransigencia de los almorávides hizo que muchos mozárabes y judíos emigraran hacia tierras cristianas, provocó el descontento de la población y repercutió negativamente en el desarrollo de las ciencias, las letras y la filosofía.
Almohades
Hacia el año 1147 tuvo lugar una nueva invasión de un pueblo procedente del norte de África, los almohades.
Las primeras tropas, que llegaron en el verano de 1146, ocuparon las
bases fronterizas de Tarifa y Algeciras, desde donde partió el proceso
de ocupación del territorio. En primer lugar, se dirigieron al Algarve,
donde previamente se les había reconocido, y después marcharon a Sevilla,
ciudad que se erigió como capital del Imperio en al-Andalus.A partir de
entonces, los almohades continuaron su proceso conquistador. De esta forma, dominaron Sevilla en 1148,
Córdoba en 1149, Málaga
en 1153, Granada y otras ciudades vecinas hasta 1156, el Algarve en
1157-58, Almería en 1157, seguida de Baeza, Jaén, Ubeda y otras. Pero en
algunas zonas los andalusíes se resistieron a la ocupación, como fue el
caso de Levante y las Baleares, por lo que la unificación total nunca
fue posible. Incluso en zonas ya ocupadas surgieron problemas,
Los almohades frenaron el avance de los reinos cristianos e integraron
Al-Andalus en un nuevo imperio. Su interpretación del
Islam era igualmente radical y se mostraron poco tolerantes con judíos y
cristianos.
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